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A pesar de lo que siempre nos han querido hacer creer, nuestro cuerpo es un “todo” y está compuesto por muchos sistemas interrelacionados, por lo que la afectación de uno de ellos, causa efectos colaterales en los otros en mayor o menor medida. Hoy, vamos a hablar de una de estas interrelaciones, el “eje microbiota-intestino-cerebro” .

Este eje es un sistema bastante complejo en el que sus componentes se encuentran interconectados en ambos sentidos. Su desarrollo se lleva a cabo desde edades muy tempranas, cambiando y madurando a lo largo de nuestra vida. Por lo que, cambios en nuestros hábitos, puntuales o mantenidos en el tiempo, se van a ver reflejados en nuestro organismo, en general, y en el cerebro, en particular.

Muchos de vosotros habréis oído hablar de la microbiota y los beneficios que aporta tener una buena nutrición. Pues bien, nada más lejos de la realidad. La microbiota es el conjunto de los microorganismos que habitan nuestro cuerpo y que nos sirven de primera línea de defensa ante todo lo nocivo y tóxico que llega a nuestro organismo desde el exterior, pero necesita de nuestra ayuda para funcionar de manera adecuada, ya que ella no podrá mantener su estado de salud pleno si no la cuidamos.

En nuestro cuerpo no solo existe una microbiota, sino que nosotros tenemos microorganismos en distintos órganos de nuestro cuerpo que nos aportan las defensas necesarias, de tal manera que hablaremos de microbiota genitourinaria, microbiota de la piel, y la que hoy nos concierne que es la microbiota digestiva, en concreto la intestinal, en directa comunicación con nuestro cerebro.

Gracias a los avances en la investigación dentro de la Medicina Integrativa, ya es conocido la gran influencia de la alimentación en trastornos neurológicos como el TEA , TDAH, esquizofrenia o Alzheimer, entre otros, dónde se ha estudiado que existen varios mecanismos intestinales a través de los cuales la función cerebral se ve afectada, debido a que las neuronas que habitan en nuestro sistema digestivo se verán alteradas si el equilibrio intestinal no es el adecuado.

Esto merece una breve explicación: cuando se produce una alteración de la microbiota intestinal (disbiosis intestinal), por una mala conservación de nuestra salud, la permeabilidad intestinal se ve aumentada, dejando entrar moléculas proinflamatorias a la sangre y a la barrera hematoencefálica, que pasarán al cerebro y darán lugar a la producción de compuestos tóxicos, produciendo, por tanto, alteraciones en la formación cerebral en las primeras etapas de la vida, y alteraciones en la transmisión e inflamación de los componentes del cerebro a lo largo de toda nuestra vida. ¿Cuál será el resultado que obtendremos? Alteración del neurodesarrollo normal.

Por tanto, ¿Nuestra alimentación tiene repercusión a nivel cerebral? ¡Claro que sí! Nuestra alimentación debe ser equilibrada, baja en grasas y azucares y rica en fibra, a la vez que balanceada en vitaminas y oligoelementos, ya que si es así nuestra microbiota se va a ver modulada y beneficiada , haciendo de barrera de entrada de sustancias que serán nocivas ya en el exterior o se convertirán en nocivas, mediante cambios en nuestro cuerpo.

¿He dicho dieta equilibrada? Sí, porque tenemos que comer de todo, pero de manera balanceada e individualizada, ya que cada cuerpo metaboliza de una manera determinada y no existen “dietas milagrosas” que se pasan de mano en mano, sino nutriciones individualizadas que nos aportan los nutrientes y energía necesaria para mantener un estado de salud y bienestar.

Si necesitas ayuda para el tratamiento de un trastorno neurológico o simplemente quieres sentirte con más energía y disfrutar de buena salud y bienestar no dudes en consultar a un especialista en Medicina Integrativa, que te verá como una persona única e irrepetible.

Leticia Martínez García

Médico Integrativo

Neurofisióloga Clínica

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