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CÓMO LAS EMOCIONES Y PENSAMIENTOS INFLUYEN EN NUESTRAS DEFENSAS

Por Leticia Martínez
Médico Integrativo


Introducción

Imagina que tu sistema inmunológico es un ejército de pequeños guerreros que patrullan tu cuerpo día y noche, listos para defenderte de virus, bacterias y otras amenazas.

Ahora, imagina que estos soldados reciben órdenes de un comandante un poco… impredecible: tu cerebro.

Sí, aunque suene sorprendente, tus pensamientos y emociones pueden influir en la capacidad de tu sistema inmunológico para mantenerte sano. Cuando estás relajado y feliz, tu ejército trabaja con precisión. Pero cuando estás estresado, ansioso o deprimido, las órdenes se vuelven confusas y pueden hacer que tus defensas bajen la guardia o, por el contrario, se vuelvan hiperactivas y ataquen a tu propio cuerpo.

Así que la gran pregunta es: ¿podemos usar nuestra mente para fortalecer nuestro sistema inmune? Vamos a explorarlo.


Cerebro, emociones y defensas: un chat en tiempo real

Tu sistema nervioso y tu sistema inmunológico no son áreas separadas dentro de tu cuerpo; de hecho, se comunican constantemente a través de mensajeros químicos llamados citocinas y neurotransmisores. Piensa en ellos como WhatsApps biológicos que envían información sobre cómo te sientes y lo que está ocurriendo en tu entorno.

  • Si estás relajado y feliz, tu cuerpo produce sustancias como la oxitocina, la serotonina y la dopamina, que ayudan a reducir la inflamación y a regular la respuesta inmune.
  • Si estás estresado o ansioso, tu cerebro libera cortisol y adrenalina, hormonas que, en pequeñas dosis, te ayudan a reaccionar rápido. Pero cuando el estrés es crónico, estas sustancias pueden debilitar el sistema inmune, haciéndote más propenso a enfermarte.

¿Alguna vez has notado que justo después de una semana agotadora terminas con un resfriado? No es casualidad: el estrés prolongado reduce la producción de linfocitos, que son los soldados encargados de defender tu cuerpo.


El estrés y la inflamación: cuando el cuerpo está en modo alarma

Se ha demostrado que el estrés crónico puede activar un estado de inflamación persistente en el cuerpo. Y la inflamación es un arma de doble filo: en el corto plazo, ayuda a combatir infecciones y sanar heridas, pero si se mantiene activa demasiado tiempo, puede dañar órganos y tejidos.

Enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple o el lupus están vinculadas con un sistema inmunológico que ha perdido el control y ataca al propio cuerpo. Y aquí viene la pregunta clave:

Si el estrés contribuye a la inflamación, ¿podríamos reducir la inflamación regulando nuestras emociones y pensamientos?

La ciencia dice que sí.


¿Podemos entrenar nuestra mente para mejorar nuestra inmunidad?

Si los pensamientos y emociones pueden debilitar nuestras defensas, entonces también podríamos usarlos a nuestro favor. La clave está en las técnicas de regulación mental, que pueden ayudarnos a reducir el estrés y equilibrar nuestra respuesta inmune.

Aquí es donde entran en juego herramientas como la meditación guiada, el yoga y el mindfulness.

  1. Meditación guiada: enseñándole a tu cerebro a relajarse

La meditación no es solo sentarse en silencio con los ojos cerrados. Existen estudios que demuestran que la meditación guiada puede:

  • Reducir los niveles de cortisol, ayudando a calmar la inflamación.
  • Aumentar la actividad de los linfocitos NK (Natural Killers), células clave en la lucha contra virus y células tumorales.
  • Mejorar la regulación emocional, haciendo que el cuerpo responda mejor al estrés.

Incluso hay estudios en personas con enfermedades autoinmunes que han mostrado mejoras significativas en síntomas como la fatiga y el dolor después de practicar meditación regularmente.

  1. Yoga: movimiento, respiración y sistema inmune

Si la meditación te parece difícil porque tu mente no deja de saltar de un pensamiento a otro, el yoga puede ser una alternativa más dinámica.

  • Reduce la inflamación: Se ha demostrado que el yoga disminuye la producción de citocinas inflamatorias, que están involucradas en enfermedades autoinmunes.
  • Regula el sistema nervioso: A través de la respiración profunda y las posturas, el yoga activa el sistema parasimpático, encargado de la relajación y la recuperación del cuerpo.
  • Mejora la calidad del sueño: Dormir bien es clave para la regeneración celular y el funcionamiento óptimo del sistema inmune.

Además, el yoga no requiere que seas flexible ni que puedas o debas hacer el pino (¡aunque si lo logras, enhorabuena!). Basta con unos minutos al día de movimientos suaves y respiración consciente para empezar a notar los beneficios.

“Y si te interesa cómo el movimiento consciente puede convertirse en una herramienta real de regulación, te recomiendo ‘Cuando una psicóloga descubre el yoga’, donde Irene Candelas comparte su experiencia personal integrando el yoga en su práctica profesional, explorando cómo esta disciplina puede influir positivamente en la salud mental y física.”

  1. Mindfulness: vivir el presente para calmar el cuerpo

El mindfulness no es solo una moda; es una técnica respaldada por la ciencia que ayuda a reducir el estrés y mejorar la calidad de vida en personas con enfermedades crónicas.

  • Disminuye la producción de moléculas inflamatorias en el cuerpo.
  • Fortalece la respuesta inmune, aumentando la producción de anticuerpos.
  • Mejora la calidad del sueño, lo que también es clave para la inmunidad.

Practicando mindfulness, aprendes a observar tus pensamientos sin dejar que te controlen. Y cuando el estrés baja, el sistema inmunológico puede hacer su trabajo sin interrupciones.

“Cuando entrenamos nuestra atención y aprendemos a parar, también ayudamos al cuerpo a salir del modo alerta. Si quieres ver cómo lo cognitivo y lo físico se entrelazan desde la infancia, puedes leer ‘Pensamiento en voz baja’, donde Áurea Franco habla del desarrollo del pensamiento verbal como base de la autorregulación.”


No es magia, es ciencia (pero parece magia)

Lo fascinante de todo esto es que no estamos hablando de pseudociencia o teorías sin base. Hay investigaciones serias que respaldan el impacto de la mente en el sistema inmunológico.

Por supuesto, ninguna de estas técnicas reemplaza un tratamiento médico, pero sí pueden ser herramientas complementarias para mejorar la calidad de vida y ayudar al cuerpo a encontrar su equilibrio.

Piénsalo de esta forma: así como ejercitamos nuestros músculos para mantenernos fuertes, también podemos entrenar nuestra mente para fortalecer nuestras defensas.


Reflexión final: ¿qué pequeños cambios podrías hacer hoy?

Si supieras que algo tan simple como tomarte cinco minutos al día para respirar profundamente o enfocarte en el presente podría fortalecer tu sistema inmune, ¿lo intentarías?

Tal vez no podamos controlar todo lo que pasa en nuestro cuerpo, pero sí podemos influir en cómo reaccionamos a ello. Y, en el fondo, esa es una de las herramientas más poderosas que tenemos para cuidar nuestra salud.

“A veces lo que marca la diferencia no es hacer más, sino hacerlo de otra forma. Si te interesa cómo lo sensorial también influye en cómo nos sentimos con nosotros mismos, puedes leer ‘Cuando hablar se siente raro’, de Inés Babío, una mirada íntima sobre el cuerpo, el habla y la percepción.”