¿Cómo influye el lugar donde no encontramos en la forma en que pensamos?
Imagina que entras en una habitación con luz tenue, colores suaves y un leve aroma a lavanda. Ahora, imagina que entras en otra con luces blancas intensas, paredes llenas de objetos y un ruido de fondo constante.
En ambos casos, tu cerebro reacciona de manera diferente.
Lo curioso es que no siempre somos conscientes de ello, pero nuestro entorno físico tiene un impacto enorme en funciones como la memoria, la atención y la toma de decisiones. Desde la arquitectura hasta la organización del escritorio, el diseño de los espacios puede ayudarnos a concentrarnos, ser más creativos o, por el contrario, bloquearnos y generar más estrés.
Así que hoy exploraremos cómo la neuropsicología y el diseño arquitectónico pueden trabajar juntos para crear espacios que se adapten a nuestra mente en lugar de hacer que nuestra mente luche contra el entorno.
Espacios y carga cognitiva: el caos visual como enemigo del cerebro
Cuando un espacio está desordenado, saturado de estímulos o lleno de distracciones, el cerebro tiene que trabajar el doble para filtrar lo importante y decidir en qué enfocarse.
Este fenómeno se conoce como carga cognitiva, y es especialmente relevante en personas con TDAH, ansiedad o dificultades en la función ejecutiva.
- En el TDAH, demasiados estímulos visuales pueden hacer que el cerebro salte de una cosa a otra sin poder mantener la atención.
- En la ansiedad, un ambiente sobrecargado puede hacer que la mente se sienta igual de saturada que la habitación en la que estamos.
- En la función ejecutiva, el desorden dificulta la organización mental, afectando la planificación y la toma de decisiones.
Solución: Menos es más. Un diseño con colores neutros, espacios despejados y zonas bien definidas para cada actividad puede reducir la sobrecarga y mejorar la productividad.
Cómo la arquitectura influye en la concentración y la creatividad
El diseño de un espacio no solo influye en cómo nos sentimos, sino también en cómo pensamos y resolvemos problemas.
-
Techos bajos y espacios cerrados → Favorecen la concentración
- Son ideales para tareas analíticas y de precisión.
- Ambientes con poca distracción visual ayudan a mantener el foco.
-
Espacios abiertos con techos altos → Estimulan la creatividad
- Proporcionan una sensación de amplitud mental.
- Son útiles para el pensamiento divergente y la generación de ideas.
-
Luz natural → Impulsa la productividad y el estado de ánimo
- Mejora la regulación del ritmo circadiano.
- Reduce la fatiga visual y mental.
Entonces, si trabajas en un proyecto creativo, quizás te convenga estar en una sala con techos altos y ventanas grandes. Pero si necesitas concentración absoluta, un espacio más pequeño y cerrado puede ser tu mejor aliado.
Neuroarquitectura: diseñando espacios según el perfil cognitivo
Aquí es donde entra la gran pregunta: ¿Podemos diseñar espacios según cómo funciona nuestro cerebro?
La respuesta es un gran sí, y eso nos lleva al concepto de neuroarquitectura, que estudia cómo los entornos afectan nuestras emociones y procesos cognitivos.
- Para niños con TDAH → Espacios con estructura clara, menos estímulos visuales y rincones específicos para cada actividad.
- Para personas con TEA (Trastorno del Espectro Autista) → Ambientes con iluminación regulable, texturas suaves y control del ruido ambiental.
- Para quienes tienen ansiedad → Colores neutros, espacios con sensación de seguridad y elementos naturales como plantas.
- Para adultos que trabajan en casa → Una buena combinación entre áreas de concentración y zonas de descanso visual.
Cada cerebro tiene su propio ritmo y sus propias necesidades, y los espacios pueden potenciar el bienestar o convertirse en un obstáculo.
¿Y si diseñáramos ciudades para el cerebro?
Si el diseño de una habitación afecta la forma en que pensamos, imagina el impacto del diseño de una ciudad entera.
- Espacios verdes → Reducen el estrés y mejoran la memoria de trabajo.
- Ruido ambiental bajo → Favorece la concentración y disminuye la fatiga mental.
- Zonas peatonales y plazas abiertas → Estimulan la creatividad y la interacción social.
Actualmente, algunas ciudades están aplicando estos principios para diseñar espacios más amigables para la mente humana. Pero aún queda mucho por hacer para que la arquitectura y la neuropsicología trabajen de la mano en la creación de entornos que realmente respeten la diversidad cognitiva.
Reflexión final: ¿cómo podríamos rediseñar nuestro propio entorno?
No siempre podemos cambiar la ciudad en la que vivimos, pero sí podemos hacer pequeños ajustes en nuestro espacio personal.
Así que te dejo con esta pregunta:
¿Qué cambio podrías hacer hoy en tu habitación o lugar de trabajo para que tu cerebro se sienta más cómodo?
Tal vez reorganizar el escritorio, mejorar la iluminación o incluso añadir una planta pueden hacer más diferencia de lo que imaginas.
Sandra Martínez
Neuropsicóloga