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Es muy común escuchar la expresión “llora, llora y te desahogas”. Realmente, ese no es el verdadero motivo por el que lloramos.

Aparentemente, el llanto tiene una función de base comunicativa. Lloramos para expresar. Lloramos para comunicar al otro que necesitamos consuelo en un momento de tristeza y pesar.

Según algunos estudios, el hecho de que el llanto desahogue parece ser un mito. Es una idea que culturalmente está muy arraiga en Occidente. Y es que en estos estudios, los sujetos no parecían mostrar niveles de estrés bajo, al contrario, sus niveles de ansiedad y estrés eran bastante elevados después del momento del llanto. Llorar no purifica, ni facilita el desahogo; lo que logra esa relajación es la reacción que el entorno puede tener sobre ese proceso de llanto.

Si nos fijamos en el llanto del bebé, suele ir acompañado de gritos y sollozos, pero muy pocas veces de lágrimas. Este llanto, que tiene una función meramente comunicativa y de llamada de atención sobre una necesidad vital, corresponde a una serie de bases comunicativas estudiadas por numerosos expertos, pudiendo deducir, e incluso diagnosticar, de la observación del tipo de llanto, trastornos del neurodesarrollo.

Existe un estudio muy curioso del ISAC (en inglés, Study od Adult Crying) que indica, en resumen, que en los países fríos se llora más que en los países cálidos. En este curioso estudio, los resultados están relacionados con la posible exposición social, ya que en los países cálidos se pasa más tiempo al aire libre, rodeado de gente y hay menos oportunidades para llorar en privado. Sin embargo, en los países fríos, donde se sale menos a la calle y existe menos vida social, se puede llorar más a menudo y tranquilo en la intimidad de tu hogar. Así mismo, parece que los nórdicos suelen consumir más cine y lectura melodramática, incitadora del llanto. Quizá los investigadores no tuvieron en cuenta el consumo de telenovela en los países del sur, full of drama. 😉

Otro hecho, ya no curioso pero sí cultural es la diferencia que los científicos establecen según el tipo de lágrimas. Las dividen en tres categorías: basales, reflejas o emocionales. Las primeras son las que son secretadas durante todo el día para mantener el ojo hidratado y regular su funcionamiento. Las segundas, las reflejas, son las producidas por un proceso irritativo en el ojo, heridas, cambios de temperatura, etc. estimulan las glándulas lagrimales y producen una mayor secreción de lágrima. Y por último, las lágrimas emocionales, parecen ser segregadas de la misma manera que las anteriores con la diferencia de que se producen debido a la excitación nerviosa de los nervios que controlan las glándulas lagrimales, después de que el cerebro y el cerebelo manden un impulso nervioso acorde a una emoción dolorosa.

Por tanto, con respecto a las lágrimas, ahora que ya conocemos el origen y su función solo nos queda descifrar la popular frase “lágrimas de cocodrilo”; ¿te atreverías a clasificarlas?

Sandra Martínez

Neuropsicóloga

Sandra Martínez

Neuropsicóloga

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