Este blog trata de profundizar acerca de una cuestión muy estudiada a lo largo de la historia y que cobra más importancia en la actualidad, con el escenario de fondo producido por la pandemia de COVID, ya que muchas familias se han visto afectadas al perder a un ser querido (más de 3 Millones de fallecimientos a nivel mundial).
La palabra duelo viene del latín dolus que significa dolor. Se puede definir como la “respuesta normal y natural ante la pérdida o la separación sin probabilidad de recuperación”. Existen numerosas causas: muerte, divorcio, amputación, pérdida de trabajo… Las emociones y sentimientos que provocan todas estas pérdidas son similares, pero tienen alguna diferencia, en este caso vamos a centrarnos en la en la pérdida de un ser querido que se diferencia de las demás por la intensidad de los sentimientos, la irreversibilidad y lo definitivo de la muerte.
Desde la antigüedad la muerte ha sido objeto de arte y cultura, además de realizarse ritos funerarios y despedidas para acompañar a las personas hacia su último viaje. Todas estas actuaciones son las primeras manifestaciones del duelo y suelen responder a sus creencias y a la necesidad de expresar el amor que se tiene por el ser querido que ha partido.
En la prehistoria, los neandertales maquillaban a los fallecidos antes de la cremación, se les pintaba los ojos para agudizarles la vista y mejorar su camino por la oscuridad del más allá.
Más tarde, en la Edad Antigua, en Egipto, se pensaba que después de la muerte la entidad espiritual seguía dentro del cuerpo, por ello se realizaban momificaciones para que los muertos pudieran disfrutar de la vida en el otro mundo. En Grecia el ritual era diferente, se colocaba en el interior de la boca del fallecido un óbolo para pagar al barquero Caronte y poder atravesar los ríos infernales del Hades en su barca. Además, se realizaba una exposición y una preparación del cadáver para enterrar el cuerpo posteriormente. Si el difunto no tenía familiares que le llorasen se contrataba a las plañideras para que realizasen esta función. Finalmente, en Roma, el proceso de despedida comenzaba con un beso para atrapar el último suspiro del muerto. Posteriormente, se le cerraban los ojos y se le llamaba en voz alta, más tarde se le arreglaba y se le exponía en el atrio de su casa.
Tanto en Grecia como en Roma se realizaban enterramientos en el cementerio que se encontraba fuera de la ciudad, porque el difunto que no recibía sepultura estaba condenado a errar sin descanso.
A lo largo de la Edad Media, se estableció el concepto de luto para expresar la tristeza y el dolor que siente el superviviente por el fallecimiento del ser querido, utilizando el color negro durante el proceso del duelo como representación externa del mismo.
Actualmente, se realiza una visita al difunto en un tanatorio donde se reúne la familia y amigos para realizar la despedida. El tipo de despedida difiere en torno a las creencias religiosas y el rango social, primando el entierro, asociado al culto de los antepasados y la creencia con la otra vida y, la cremación relacionada con la liberación del espíritu del fallecido. Otras formas de despedida menos comunes son: la exposición del cuerpo al aire libre, arrojar el cadáver al agua, el abandono del cadáver o incluso el canibalismo.
Todos estos rituales son instrumentos culturales que conservan el orden social y ayudan a comprender la muerte. En otras palabras, facilitan la aceptación de la pérdida ocurrida, y todo este proceso se vio interferido por la pandemia.
Neuron cuenta con un cuento para leer en familia para que todos, grandes y pequeños, puedan entender el proceso de duelo.
María Sánchez
Psicóloga y Logopeda