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Por Irene Candelas
Psicóloga clínica | Terapia de pareja y familia


Esa doble vuelta: no solo los niños regresan al cole

Septiembre suena a «vuelta al cole»: libros nuevos, mochilas, bolis de colores, cuadernos en blanco… Pero no somos solo padres o hijos; también somos adultos con nuestras propias “rutas escolares”. Volver al trabajo, retomar proyectos, adaptarse a horarios, reacomodarse emocionalmente.

Como si el verano fuera un breve oasis, esta vuelta es un pequeño choque: la rutina vuelve, y con ella, muchas expectativas y autoexigencias.

Si te interesa cómo gestionamos esas exigencias que no siempre se dicen en voz alta, puedes leer “Autoexigencia silenciosa”, donde exploramos cómo el deber constante puede drenarnos sin que lo notemos.


El síndrome del regreso perfecto

“Ya tengo que estar a tope.”
“Voy a volver a entrenar, organizar mi vida, ser la mejor versión.”

Suena bien. Hasta que no lo logras. Y entonces viene la culpa, o la frustración.
Esa voz que en verano dormía, vuelve con más fuerza en septiembre.


Cuando lo cotidiano se vuelve pesado otra vez

Lo que parece una rutina amable, en realidad puede ser una trampa silenciosa.
Volver a madrugar, organizar horarios, coordinar familia y trabajo…
y sentir que nunca llegas, que siempre hay algo pendiente.

Si quieres reflexionar sobre cómo las dinámicas familiares tienden a mantenerse incluso tras los cambios, puedes leer “La tendencia al equilibrio”, un artículo que analiza cómo se reorganiza una familia cuando algo cambia.


Respira antes de saltar al carrusel

Aquí algunas estrategias para que tu vuelta sea menos de choque y más de reencuentro:

  1. Programa una “vuelta fin de semana” antes de reiniciar
    Dedícate unas 48 horas a ajustar el cuerpo y la mente sin presiones: acostarte temprano, despertarte sin alarma, desayunar tranquilo.
  2. Establece una rutina suave antes de la rutina intensa
    No retomes todo de golpe. Reinicia con una actividad significativa (leer, escuchar música, caminar) antes de encender el ordenador.
  3. Escribe tu “intento” cada día
    En lugar de exigencias (“hoy seré imparable”), apunta logros pequeños: “hoy me comunicaron un proyecto”, “hoy hice algo sin agobiarme”.
  4. Redefine el “éxito de septiembre”
    Que no sea productividad, sino bienestar: haber dormido algo, alimentarte bien, reservar momentos de risa o silencio.

En esta línea, puedes leer también “¿Qué es la sobreprotección?”, que pone el foco en cómo las expectativas, incluso las bienintencionadas, a veces nos asfixian más que ayudan.


Mirada para la pareja y la familia

El regreso implica reajustes emocionales en todos los frentes.
Puede que uno esté más irritable, otro más cansado… o que aparezcan viejas discusiones que parecía que estaban en pausa.

  • Hablad de ómo váis llevando el regreso (no de lo que hay que hacer).
  • Pactad pequeños momentos que esperéis con cariño: desayuno juntos, una llamada a media tarde, una caminata sin teléfono.

Si te interesa cómo el entorno puede cambiar el modo en que nos sentimos, incluso sin darnos cuenta, puedes leer Neuropsicología de los espacios”, que explora cómo el espacio físico puede afectar al vínculo y al equilibrio emocional.


Conclusión: una «vuelta al cole» con menos prisa y más autocuidado emocional

Volver no tiene por qué ser una carrera.
Puede ser una transición suave, un reencontrarse de nuevo con la vida organizada (o desorganizada) pero vivida con conciencia y compasión.

Permítete volver, sin culpa y con ternura

 

Irene Candelas

Psicóloga