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EL PAPEL INVISIBLE DE UNA SHADOW TEACHER

Por Áurea Franco
Logopeda, Psicóloga y Acompañante terapéutica en el aula (TEA)


“¿Y tú qué haces exactamente?”

Es una pregunta que me han hecho muchas veces.
A veces con curiosidad genuina.
Otras con desconfianza.
Y no es raro: el trabajo de shadow teacher (profesora sombra) o acompañante terapéutica en el aula sigue siendo desconocido para muchas familias y docentes.

Pero cuando se entiende bien… se descubre el valor de estar sin interrumpir, de intervenir sin anular, de sostener sin ocupar.


No es una sombra, es un puente

El término shadow viene del inglés, y puede sonar a alguien que se pega al niño, que lo persigue.
Pero en realidad, el buen acompañamiento no se trata de seguir, sino de traducir, proteger, mediar, preparar.

Yo lo veo así:
👉 soy un puente entre el niño y el aula.
👉 entre su mundo interno y el contexto escolar.
👉 entre lo que necesita, pero no siempre puede pedir, y lo que el entorno exige, sin saberlo.


¿Para qué sirve una shadow teacher?

Cada caso es distinto, pero en general, mi papel incluye:

  • Ayudar a anticipar lo que va a pasar, para que la ansiedad no lo desborde.
  • Traducir los códigos sociales del aula, que a veces son un idioma en sí mismos.
  • Ofrecer apoyos sensoriales discretos, cuando noto que algo en el entorno empieza a incomodar.
  • Regular el estrés con presencia y calma, sin juzgar, sin acelerar, sin invadir.

Y lo más importante: estar sin que me necesite siempre.
Porque el objetivo no es que dependa de mí. Es que pueda usarme como apoyo mientras aprende a sostenerse solo o con otros.

Si te interesa cómo el lenguaje se puede vivir también desde el cuerpo, te recomiendo este artículo sobre la voz como experiencia sensorial, donde Inés Babío explora lo que ocurre cuando el habla no se percibe como algo propio.


Lo que no se ve… también cuenta

Hay días en los que parece que no hago “nada”.
El niño está tranquilo, participa, se comunica, se autorregula.
Y alguien podría pensar: “¿para qué está entonces esta persona aquí?”

Pero estar ahí para que no pase nada… también es hacer mucho.
Porque ese “nada” es el resultado de muchas adaptaciones previas, de prevenir sobrecargas, de haber tejido seguridad.
No hay intervenciones mágicas.
Solo presencias sostenidas que ayudan a que el niño se sienta seguro para explorar.


Acompañar sin borrar la diferencia

A veces, la tentación del sistema es que el niño con TEA “parezca uno más”.
Pero ese no es el objetivo.
La función de una shadow no es borrar lo diferente, sino hacer que lo diferente pueda convivir sin miedo.

Que ese niño tenga derecho a parar.
A estar en silencio.
A moverse si lo necesita.
A participar cuando se sienta listo, no cuando el currículo lo exija.

En “¿Qué es la sobreprotección?”, Sara Villafranca nos habla de ese equilibrio delicado entre cuidar y dejar crecer. En el aula, ese equilibrio se vuelve aún más crucial.


Conclusión: estar lo justo, quedarse lo necesario

No todas las personas necesitan un acompañante terapéutico en el aula.
Pero cuando lo necesitan, lo que se construye va más allá de lo académico.
Se construye vínculo, seguridad, autoestima.
Y también se construye una forma de estar en el mundo sin sentirse “demasiado” ni “insuficiente”.

Eso no se enseña en un manual.
Se aprende estando.
Escuchando más de lo que se habla.
Y retirándose poco a poco, cuando ya no haga falta ser sombra, sino solo recuerdo de que alguien estuvo ahí… hasta que no hizo falta más.

 

Aurea Franco

Psicóloga y Logopeda