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Hace unos días se celebraba el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar. Otros años hemos hablado de cómo detectarla y cómo abordarla en el ámbito familiar y educativo. Estas situaciones son como los prismas, tienen varias caras y si se observan desde distintas perspectivas se puede apreciar la complejidad de las mismas.

Este año me gustaría hablar de los factores que hacen que las víctimas de violencia y acoso escolar sean objetivos menos “accesibles” para los que la ejercen. Es importante entender que no hablamos jamás de culpa o de que la víctima sea responsable de lo que le ocurre. Sin embargo, para aquellos que educan y crían niños puede ser útil conocer qué influye en estas situaciones y qué podemos hacer nosotros para brindarles herramientas para que puedan enfrentar dichas situaciones.

El objetivo principal es asegurar que los niños se sientan suficientemente seguros de sí mismos y en su entorno como para ser capaces de contar lo que está ocurriendo a un adulto y defenderse.

·        Somos ejemplo y hacemos de espejo. Si mentimos sobre situaciones cotidianas y vitales, aunque sea de forma piadosa, ellos harán lo mismo y será más difícil generar una relación de confianza.

·        Debemos enseñarles a decir “no” ante situaciones que no les gustan y respetarlo cuando lo empleen, incluso con nosotros. No hablamos de situaciones en las que se está incumpliendo una norma o traspasando un límite nuestro, sino en aquellas que el niño puede elegir.

·        No debemos regañar juzgando a los niños si nos cuentan algo que han hecho “mal”. Se puede educar y modificar dicha conducta sin hacerles sentir culpables y juzgados por lo que han hecho. De la otra forma, no se atreverán a contarnos otras situaciones en las que puedan sentirse culpables, como se da a veces en el acoso escolar.

·        Debemos enseñarles a establecer límites. Adecuado a cada edad, se les debe enseñar a transmitir lo que quieren o no quieren, tomando las acciones pertinentes para que dichos límites se cumplan. Aquí se recogen varias cuestiones donde el niño aprende a transmitir lo que NO quiere o lo que NO le está gustando, y a advertir de lo que ocurrirá si no lo respetan (defensa propia, avisar a un adulto…).

Este tipo de enseñanzas, junto con el desarrollo de una autoestima sana y un ajuste emocional equilibrado, confieren medidas protectoras frente a las situaciones de violencia y acoso en las aulas. Y sirven tanto para el que sufre el acoso como para los que lo presencian.

Nosotros como adultos somos siempre los responsables de tomar medidas y proporcionar protección y seguridad a los niños, pero siempre será positivo que los niños cuenten con estrategias para hacer frente a la situación en los momentos iniciales cuando no hay un adulto presente para afrontarlo.

 

Inés Babío

Psicóloga y Logopeda

Inés Babío

Psicóloga y Logopeda

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