Ir al contenido principal

Por Irene Candelas
Psicóloga


“No eres tú, no soy yo… somos los dos intentando entendernos con nuestras mochilas a cuestas”

Las parejas no se forman entre mitades que encajan como piezas de un puzle perfecto.
Se forman entre dos personas reales.
Con historias. Con formas de ver la vida. Con maneras distintas de sentir, de pedir cariño, de discutir… o de evitar discutir.

Y aunque el amor es un pegamento potente, no siempre basta con quererse para que las cosas fluyan.
Lo que realmente marca la diferencia es la disposición a traducirse mutuamente, a comprender que el conflicto muchas veces no es un error sino un mensaje que aún no hemos aprendido a leer o a traducir.


“No me entiendes” no siempre significa lo que parece

¿Cuántas veces lo hemos dicho? O pensado.
Pero detrás de ese “no me entiendes” puede esconderse algo más profundo:

  • “Me cuesta poner en palabras lo que siento.”

  • “No me siento seguro para mostrarme tal y como soy.”

  • “Me da miedo que si expreso lo que necesito, tú no estés ahí.”

Lo que empieza como un reproche puede ser, en realidad, una petición de conexión mal envuelta.
Y en consulta, muchas veces lo que hacemos es eso: desempaquetar el mensaje, para descubrir qué emoción se esconde detrás de la forma.

Puedes leer también “La importancia de la empatía”, donde hablo sobre cómo esta habilidad es clave para acercarnos cuando más nos cuesta entender al otro.


Las mochilas invisibles: lo que llevamos sin saber

Cada persona entra en una relación con una “mochila emocional”.
Algunas pesan más, otras están mejor organizadas. Pero todas traen algo dentro:

  • Cómo vimos discutir (o no discutir) en casa.

  • Qué aprendimos sobre pedir ayuda o sobre callar.

  • Cómo interpretamos el amor: ¿es disponibilidad constante?, ¿es sacrificio?, ¿es cuidado silencioso?

Y claro… cuando compartimos la vida con alguien, esas mochilas se tocan. Y a veces, cuando el otro sin querer las roza, reaccionamos no solo al presente, sino también a heridas que vienen de antes.


Lenguajes del amor: diferentes, no incompatibles

Tal vez tú necesitas previsibilidad, y tu pareja es espontánea.
Quizá tú expresas afecto con palabras, y el otro lo hace con acciones.

¿Es eso un problema?
Solo si esperamos que el otro ame exactamente como nosotros lo hacemos.

En realidad, la diversidad en una pareja (y en general) puede ser una gran riqueza… siempre que haya curiosidad por comprender.
No se trata de cambiar al otro, sino de crear un diccionario propio, donde ambas formas de querer tengan cabida.

Si te interesa cómo la diversidad de formas de ser puede enriquecer una relación, puedes echar un vistazo a “Extrañas parejas”, donde exploramos vínculos poco convencionales desde una mirada libre de juicios.


¿Y si aprendemos a discutir mejor?

No se trata de evitar conflictos. Eso es imposible (y poco sano).
Se trata de transformar la forma en que los vivimos.

Aquí algunas ideas que comparto con las parejas en consulta:

🟠 Pausar antes de reaccionar
El silencio a tiempo puede evitar una tormenta innecesaria.

🟠 Nombrar la emoción, no solo la queja
“Me sentí solo” conecta más que “nunca me haces caso”.

🟠 Aliarse frente al problema, hacer equipo.
No eres tú contra mí, sino nosotros contra esto que nos está separando.

🟠 Validar aunque no entiendas del todo
Puedes no estar de acuerdo, y aun así decir: “Veo que esto te duele, y me importa”.

En “¿Elegir o decidir?” Sara reflexiona sobre cómo las decisiones en pareja pueden ser más conscientes cuando dejamos de actuar en automático.


Relaciones que se reinventan: no buscan encajar, buscan acompañarse

No hay relaciones perfectas.
Pero sí hay relaciones que se cuidan, que se escuchan, que se adaptan.
Relaciones donde ambos aceptan que cambiarán, y que eso no es una amenaza, sino una oportunidad.

Porque, a veces, amar no es encontrar una persona que encaje contigo como una pieza final…
…sino alguien que quiera seguir bailando contigo, incluso cuando la música cambia.

 

Irene Candelas

Psicóloga