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Se acercan los reyes magos, un momento bastante especial para muchos de nosotros. Parece como si la alegría se respirara en el aire, con todas las luces y decoraciones por las calles, el roscón, rodeados de colegas y familiares, la cabalgata…. Pero claro, no podemos olvidar a nuestro querido y fiel acompañante en las festividades: ¡la nostalgia! Esa amiga que siempre nos hace suspirar por los viejos tiempos y recordar con cariño las travesuras que hacíamos de pequeños. No importa cuánto lo intentemos, ¡siempre estará ahí para recordarnos que los años han pasado!

Aunque agridulce, nos hace sentirnos como en casa. Krystine Batcho, profesora de psicología en Le Moyne College (Nueva York), lo describe como un bálsamo que nos ayuda a estar mejor, más cuando estamos pasando por un mal momento. Pero ¿cómo lo hace?

Primero, lo hace regulando nuestras emociones y suavizando el “golpe” de los eventos adversos. Pero no solo eso, porque también ayuda a mejorar nuestra autoestima, ayudándonos a recordar aquellos momentos en los que conseguimos superar momentos complicados de nuestra vida, impulsándonos a superarnos en el presente.

Nos hace ser más optimistas hacía el futuro porque, si hubo un tiempo en el que las cosas nos iban bien, ¿por qué no se iba a repetir?

Y a nivel social también tiene algo que decir. Como nos acordamos de cuando nos ayudaron en el pasado, es más fácil perder ese “miedo” a pedir ayuda a los demás, ¡y eso fortalece los lazos con tu círculo de apoyo!

Pero, ojo, que siempre hay dos caras de la moneda. La nostalgia no siempre es positiva, y esto se ve más en personas que tienden a “rumiar” mucho. El recordar un evento agradable para alguien que tiene la costumbre de preocuparse puede hacer que esta reminiscencia sea un punto de comparación que le haga reflexionar más aún. Y claro, existe riesgo de que no consiga resolver la disonancia entre lo que quiere conseguir y la realidad, lo que hace que le cueste desvincularse del recuerdo.

En este caso, puede generar un mayor sentimiento de angustia y depresión, costándole encontrar un equilibrio entre disfrutar del recuerdo de Polly Pocket favorita o el Action Man de turno y no dejarse llevar por el «runrun».

Así que, como el turrón en Nochebuena, ¡con moderación!

Áurea Franco

Psicóloga y Logopeda

Aurea Franco

Psicóloga y Logopeda