Ir al contenido principal

Desde el principio de los tiempos, se ha especulado con la idea de que la realidad no es algo dado, no es un término objetivo, sino que, somos nosotros, los individuos, los que particularmente la creamos. Platón en “El Mito de la Caverna”, la cibernética de segundo orden, la física cuántica, y hasta el cine comercial de las hermanas Wachowski, han tratado el tema de la realidad subjetiva.

Y es que, nosotros creamos nuestra propia realidad a partir de la atención. En función de dónde coloquemos nuestro foco atencional configuraremos una u otra realidad, a fuerza de dar importancia a uno u otro elemento y establecerlo como importante en nuestra vida. Así, es crucial decidir en qué focalizo mi atención, ya que esa mirada atenta generará un pensamiento, que llevado al plano de la acción constituirá un hábito, que a su vez formará un carácter, que determinará un tipo de personalidad, que no es, ni más menos, que las “gafas” que utilizaremos para ver el mundo. Las “gafas para ver el mundo” que tengo, pueden convertirme en una persona feliz, o en un ser infeliz, insatisfecho o con dificultades para relacionarme.

Por otro lado, tenemos que tener en cuenta, que estamos acostumbrados a pensar en dinámicas lineales, es decir, en una causa que provoca un efecto, sin más recorrido. Siendo esto así, si por ejemplo, mi pareja es muy celosa, puede que provoque en mí, que, sin ninguna intención de engañarla, le oculte determinados datos, a fin de que no se imagine situaciones o relaciones que no existen. De esta forma, hay una causa (celos) y un efecto (ocultación), una “víctima” (yo, que me veo obligado a ocultar cosas a mi pareja), y un victimario (mi pareja, que es la culpable de que yo me comporte de una forma incorrecta).

Ésta manera de pensar en términos lineales, estas “gafas de ver el mundo” que tenemos, son muy cómodas, porque nos permiten de manera casi instantánea diagnosticar y etiquetar nuestras relaciones, nuestras acciones, nuestros pensamientos… habiendo un culpable, no hay más que hablar ni más que preguntarse, está todo claro. Dirigiré mi atención al otro, que es quien tiene la culpa, justificando así mi actitud, mi carácter, mi personalidad, y crearé mi realidad en función de mi pensamiento lineal y de mi foco de atención.

El problema es que cuando enfocamos hacia un lugar, otro lugar se queda a oscuras, y que, el pensamiento lineal, no permite que nos preguntemos en qué medida somos nosotros actores de nuestra propia vida. Quedamos relegados al papel pasivo del espectador, al que le suceden cosas. Y ese papel es muy difícil de asumir, porque parte de la premisa de que no controlamos lo que sucede, y nos condena a vivir una vida que queda fuera de nuestro radio de acción, de forma que la felicidad es algo que no está a nuestro alcance, y más importante aún si cabe, esa falta de control nos generará, en algún momento, incertidumbre, ansiedad, miedo, etc…

Os propongo que paséis al plano de la acción, ser los actores y actrices de vuestra realidad, que toméis el control. Siempre se ha dicho que somos esclavos de lo que nos sucede pero dueños de la actitud con que lo afrontamos. Así que vamos a cambiar el enfoque y el pensamiento, y vamos a ser, nosotros mismos los que decidamos nuestra vida y construyamos nuestra realidad.

Os invito a que cambiéis “las gafas de ver el mundo”. Os quiero mostrar que tenéis el control de vuestra vida. Si os atrevéis a dar el paso y tomar el volante, no permitiréis que otros (pensamientos, emociones, sucesos, personas) conduzcan por vosotros.

 

 ¿Cómo lo vamos a hacer?

Simplemente, vamos a cambiar la forma de pensar lineal, por una forma circular. La circularidad entiende que la causa crea el efecto, pero que, a su vez, éste efecto genera la causa. Tomando como ejemplo la situación a la que hemos aludido antes, si mi pareja es muy celosa (causa), y yo le oculto cosas sin importancia con el objeto de que no las malinterprete (efecto), estoy consiguiendo que ella sospeche de mí, que es, a su vez, la causa de que sea celosa, lo que, también a su vez, crea en mí el efecto de que le oculte cosas a mi pareja… Entonces ¿es celosa mi pareja o es que yo soy tan reservado o reservada que le genero desconfianza? ¿soy yo reservado o reservada, o es que mi pareja es celosa y me obliga ocultarle las cosas?

Como podemos observar con nuestras nuevas “gafas de ver el mundo”, lo que antes era lineal, ahora se ha convertido en un círculo que se retroalimenta sin fin. Ya no está tan claro quién es el culpable de la dinámica establecida ni quién la inicia. Acabamos de perder certeza pero hemos ganado certidumbre; estamos empezando a ver que somos parte del problema, lo que nos hace en cierta medida responsables, pero también libres y dueños de la situación. En una relación no patológica entre dos adultos, no hay culpables porque no hay víctimas, hay dos individuos libres, capaces, y por ende, corresponsables de lo que sucede en esa relación.

Con esta forma circular de contemplar la realidad, de ser conscientes de lo que nos pasa en cada momento, hemos cambiado el foco de atención, y ya no nos vamos a  fijar tanto en cómo actúa el otro, sino en lo que yo hago para el que actúe así. Hemos modificado nuestra realidad, porque hemos dirigido nuestra atención a otro lugar, y ahora no somos víctimas de lo que acontece, sino que nos hemos dado cuenta de que somos parte de ello. Esta asunción de responsabilidad del problema, nos acaba de levantar del patio de butacas y nos invita a participar de la escena, nos convierte en actores y actrices, nos otorga control sobre la situación y, por tanto, nos hace dueños y dueñas de nuestras vidas, de nuestro presente y de nuestro futuro. El control nos hace tener seguridad, y elimina automáticamente la incertidumbre, la ansiedad y el miedo, dándonos un papel protagonista en el cambio de la situación disfuncional que no nos está dejando ser felices.

No os digo que esto sea fácil, ni que sea rápido, pero si os puedo asegurar que está en vuestra mano cambiar lo que os sucede porque, al cambiar la mirada, seréis esos actores y actrices que pueden modificar vuestro guion y, por tanto, conseguir ser felices.

Irene Candelas

Psicóloga Familiar

Irene Candelas

Psicóloga

Deja una respuesta