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La comunicación es la herramienta más poderosa que tenemos, está presente en nuestras vidas y afecta a todas las áreas, la usamos para comunicarnos con otros y con nosotros mismo … Pero, no todas las formas de comunicación son iguales.

Marshall Rosenberg, en 1960, creó el concepto de Comunicación No Violenta (CNV) y lo distinguió de la Comunicación Violenta. En este blog, exploraremos estas dos formas de expresión y cómo se manifiestan en un escenario común: un trayecto en coche.

Imagina que te adelanta un coche y tienes que reaccionar muy rápido para frenar porque si no podrías tener un accidente. Normalmente, nuestra primera reacción puede ser: “¡Mira por dónde vas! ¿No sabes conducir?».

Este es un estilo de comunicación violento, se usan términos ofensivos, un tono dominante, gritos y, sobre todo, dejamos de lado la empatía, no comprendemos ni tenemos en cuenta los sentimientos de los otros.

Este tipo de comunicación aumenta la tensión en la situación, aumenta el enfado y tiende a generar más problemas, en lugar de solucionarlos. Además, genera emociones desagradables en todas las personas implicadas.

Otra forma de responder a esa situación sería de la siguiente manera: “Me asusté un poco cuando cambiaste de carril tan rápido, necesito sentirme seguro cuando conduzco y pensé que podríamos tener un accidente. Pero, entiendo que igual no te has dado cuenta de que estaba en este carril y necesitabas ir más rápido para llegar a tiempo. ¿La próxima vez podrías señalar el cambio de carril y mantener una distancia de seguridad?”.

Esta sería una forma de Comunicación No Violenta, a diferencia de la otra, se centra en la empatía y busca expresar los hechos de una manera objetiva, teniendo en cuenta los sentimientos y necesidades de ambas partes. De esta manera, la situación se aborda desde una perspectiva más calmada y constructiva, estableciendo puentes para solucionar el problema con una conversación más efectiva.

En el caótico entorno del tráfico en Madrid, elegir comunicarnos de una manera no violenta puede marcar la diferencia entre un simple incidente y un conflicto grave.

En conclusión, cada palabra que elegimos tiene un impacto en todas las áreas de nuestra vida.  La Comunicación Violenta puede crear conflictos, mientras que la Comunicación No Violenta puede tender puentes y construir relaciones más fuertes, dando la oportunidad de comprender y colaborar.

La próxima vez que te encuentres al volante o en cualquier otro conflicto de tu día a día, reflexiona sobre cómo eliges comunicarte, recordando que tus palabras tienen el poder de transformar el caos en calma.

 

María Sánchez

Psicóloga y Logopeda

María Sánchez

Psicóloga y Logopeda