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Puede que no seas fan de Marvel o DC, pero hay que reconocer que la figura del héroe llama la atención. Casi tan antigua como la propia humanidad, son personajes admirados por su capacidad de darlo todo por causas honorables, sin importar qué adversidad se les presente. Y para muestra, solo hay que ver la cantidad de historias en las que aparecen: la Odisea con Ulises, los cómics de Batman, la serie de las Supernenas o Xena la princesa guerrera, … Vamos, que los tenemos de todas las formas y colores.

Es inevitable, habiéndonos acompañado desde nuestra infancia y siendo tan guays, que uno quiera ser como ellos.

No, no intentando usar la “Fuerza”, sino ayudando a los demás.

Ya sea escuchando los problemas de un amigo, ayudando con la compra a una anciana, o incluso haciendo voluntariado en tu barrio. Nos motivan para ser altruistas.

Pero, ¿qué pasa cuando nos tomamos demasiado en serio la frase del tío Ben, que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”? Pues que aparece lo que se conoce como EL SÍNDROME DEL SALVADOR.

En estos casos, estos “actos de bondad” se vuelven una necesidad, donde la persona busca constantemente salvar, ayudar o rescatar a otras personas, aun cuando esto pueda costarles su propio bienestar o estas no quieran/necesiten su ayuda. Sienten ansiedad, culpa, y se relaciona tanto con la baja autoestima (“quiero ser aceptado por los demás”) como con la arrogancia (“sé qué es lo mejor para ellos”). Pero veamos más características:

  1. NECESIDAD DE VALIDACIÓN

A partir de sus “heroicidades”, buscan que los demás les den su aprobación.

2. AUTOESTIMA VINCULADA AL RESCATE

Si no ayuda a los demás, se siente menos “valioso”, lo que hace que tiendan a comprometerse de más y agotarse emocionalmente.

3. DIFICULTAD PARA ESTABLECER LÍMITES

Al no establecer buenos límites con los demás, es frecuente que se sientan abrumados y agotados por las demandas.

4. EVITAR PROBLEMAS PERSONALES

El centrarse exclusivamente en “solucionar” la vida de los demás puede ser una forma de evitar sus propios problemas.

5. SENTIMIENTO DE RESPONSABILIDAD EXCESIVA

Da igual que no sea ni realista ni saludable, porque se tomará la felicidad de la gente como su trabajo personal.

Vale, todas estas características están muy bien, ¿pero cómo podemos reconocerlo realmente? Pues bien, la psicoterapeuta Anamar Orihuela nos ofrece algunas preguntas que uno se puede hacer cuando se nos activa la “batseñal”:

  1. ¿Lo quiero hacer? Muchas veces, no.
  2. ¿Me corresponde? No siempre.
  3. ¿Lo puedo hacer? A veces a la persona le cuesta ver los límites de sus “superpoderes” y piensa que puede, pero recuerda que no eres superman.
  4. ¿Me toca hacerlo? No siempre.
  5. ¿Alguien más lo haría si no lo hago yo? Aunque pienses que no y te agobie, seguramente hay más personas que se puedan encargar de este problema.

En resumen, ser capaces de reconocer cuando alguien está en problemas y querer ayudar es bueno, pero sin exagerar, que no podemos dejar de lado nuestro bienestar. Y si te has sentido identificado, recuerda que es muy importante poner límites, cuidar de uno mismo y, si lo necesitas, buscar apoyo terapéutico.

¡Nos vemos!

 

Áurea Franco

Psicóloga y Logopeda

Aurea Franco

Psicóloga y Logopeda

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