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El Día Mundial del Matrimonio se celebra cada año el cuarto domingo del mes de abril. Se trata de un día en el que se pone de manifiesto el sentido, la importancia y el valor del matrimonio.

Una pareja es 1+1=3. ¿No te salen las cuentas? Te lo explico: dos partes que se vinculan entre sí para formar una única unidad, la PAREJA que, por supuesto, incluye a estas dos mismas partes. Seguimos siendo nosotros mismos compartiendo un proyecto común con entidad y reglas propias, la PAREJA.

Todo empieza con el enamoramiento y fijémonos bien:  «EN AMOR MIENTO» y en parte es  que el amor en el inicio es una “mentira”, ya que la química emocional que se segrega en el momento de «gustar» y «atraer» tiene que ver con un exceso de dopamina, serotonina y un cóctel hormonal que hace que veamos a la otra persona «perfecta» y dicen los expertos que este “cubata” es de corta duración porque nuestro organismo no resistiría esta sobredosis durante mucho tiempo. Y como sabemos, la perfección no existe «es una mentira» y eso es lo que ocurre cuando se va la ola del “amor verdadero” en plan “La Princesa Prometida” y aparece la realidad y me doy cuenta de que la otra persona no cubre todas las expectativas que yo tenía en mi ideal.

Cuando aparece el amor, automáticamente queremos unirnos y comprometernos: primero somos NOVIOS «no vio» y en parte «no vemos» claramente lo que sucede en esta pareja que en algún momento decide «casarse» poniendo su compromiso en un símbolo de anillo en el dedo ANULAR.

¿Es que al final la pareja hace una unión que nace desde el anular? ¿Pero anular qué? Pues claramente «esposándonos» (es la palabra esposa que nos recuerda que ya no somos libres).

¿Será por eso que al final cuando el enamoramiento se va sentimos que la pareja nos quita libertad?

Muchas personas tienen la idea del amor como construcción social del ideal romántico que les lleva a “someterse por amor” y ser dependientes de él, en vez de aprender a amar como vehículo hacia darnos libertad a la par. Un amor que encierra, depende y somete, es un amor que termina siendo una esposa, justamente una pareja detrás de una reja. Un amor que abre, permite al otro ser y liberarse de poseer, es el amor que crece y da alas. Porque la función de la pareja es ser una unidad que se complementa y que deciden por amor caminar a la par comprendido que en la pareja es clave amar en libertad porque si no al final somos esclavos por amor y nos «cortamos las alas por amor», ¡al revés de lo que debería ser!.

No es casualidad que hoy en día las parejas quieran libertad y espacio, hoy se «juntan» (o “arrejuntan” como dice mi abuela) más que casarse. Porque en parte han visto lo que ha significado “esposarse” en sus progenitores y tienen miedo a “anularse”. Pero no hay que tener miedo. Por eso si nos casamos o “arrejuntamos” que sea para anular el egoísmo, porque la pareja es un equipo para ayudarnos, acompañarnos, protegernos, aliarnos…. se trata de compartir ¡no de dividir!. Si nos esposamos que sea desde el origen de su palabra spondere , «prometer» donde decidimos ser fieles al amor, y a nuestra palabra. Por miedo se cometen muchos errores y aquí hay uno muy grande de concepto: después del enamoramiento viene el “te quiero a pesar de ti”, es decir, te quiero a pesar de tus imperfecciones y tú me quieres a pesar de las mías. Te cases o no te cases, no te esposas si sabemos configurar un sumatorio de nosotros mismos que resulte  también un equipo, una sociedad; que la parte nuestra individual se siga alimentando mientras la pareja (como unidad, como entidad) sea atendida.

Irene Candelas

Psicóloga Familiar

Irene Candelas

Psicóloga

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